martes, 6 de noviembre de 2007

Así o más claro. 06/11/2007

Así o más claro.
06/Nov/2007

Juan Carlos S. Velásquez Mejía.

La magnitud de la tragedia no tiene precedentes.

Afortunadamente hasta ahora las pérdidas humanas son mínimas, casi saldo blanco.

Tabasco, en sus 16 de 17 municipios, ha sido afectada por las torrenciales lluvias; las crecientes de los 7 grandes ríos que surcan su extenso y plano territorio se han desbordado que sumado a su pantanosa geografía generó las inundaciones que hoy pintan un desolador panorama de destrucción.

Pero también el norte de Chiapas muestra los efectos de esta tragedia donde el domingo 4 de noviembre por la noche, un cerro se desgajó y al impactarse con el mismo Río Grijalva ocasionó una ola de proporciones descomunales, se dice que de más de 50 metros de altura, que arrasó a una comunidad entera, San Juan Grijalva, dejándola prácticamente sepultada entre toneladas de lodo y rocas, con un saldo hasta ahora no cuantificado de pérdidas humanas, pero con la desesperanza de haber perdido su patrimonio y tal vez a muchas vidas, dado que pocos pudieron ponerse a salvo con oportunidad.

Sin duda que lo que estamos viviendo es impresionante. Ahora hay que aprestarse para lo que viene y que con seguridad será lo más difícil, pues cuando las aguas tomen su nivel aparecerán muchas consecuencias dramáticas: epidemias, imposibilidad de accionar productivamente, vandalismo y muerte.

No se trata de ser un pregonero de tragedias. La realidad que ahora vive esa porción de nuestra patria no parece conmover a los oportunistas políticos y económicos, que buscarán sacar “beneficio” de esta situación.

Como siempre he dicho, el agua a su paso lava y descubre nuestra realidad.

Hace unos años con los fenómenos meteorológicos que pegaron a otras regiones del país como en Acapulco, en Monterrey, en Cancún, en la costa Chiapaneca, en Chetumal, entre otras que ya de sobra conocemos, dejaron también muerte y desolación.

Se dice que gracias a que ha permeado la cultura de la Protección Civil, los saldos en pérdidas humanas han sido cada vez menores, que bueno, pero lo que también es cierto es que no todas las regiones afectadas han salido airosas con la misma velocidad, pues en muchas de ellas no hay una actividad económica y cultura que permita contar con coberturas de seguros para afrontar las contingencias.

Así por ejemplo, vemos que la zona de Cancún se recuperó con más rapidez por los pagos que las compañías de seguro hicieron a los inversionistas turísticos que adquirieron ese tipo de protección a su infraestructura, en cambio los habitantes de las costas de Chiapas aún siguen rezagados y los apoyos oficiales no han sido suficientes para reactivar su economía.

Tabasco y el norte de Chiapas ahora estarán en esta fase de reconstrucción y considero que es muy oportuno que se haga un verdadero diagnóstico para instrumentar un plan de acción que permita prevenir otra situación similar.

Las condiciones climáticas, las características de suelos, las zonas inundables que ya se tienen perfectamente identificadas incluso desde hace muchos años y que simplemente fueron ignoradas por aquellos ambiciosos explotadores y hambrientos inversionistas y funcionarios corruptos que les valió madres lo que podría suceder en casos como los que ahora se han dado y se padecen con indignación, son elementos que no podrán soslayarse para que en el menor tiempo posible se retome la dinámica de desarrollo que al menos traían o bien que sirva para replantear horizontes sin perder de vista que no podemos seguir desafiando a la naturaleza, que debemos ir de la mano de ella.

Así o más claro. ¿Acaso necesitamos más lecciones del entorno para entender que como parte de éste, debemos adaptarnos a sus condiciones y no al revés?

Y esto va también para la Ciudad y Valle de México, donde hace muchos años hubo un gran lago con otros cuerpos de agua que podrían regresar. O el mismo Valle de Toluca, cuyo antecedente lacustre no se puede olvidar; su sismisidad, su condición de zona volcánica, en fin que como estas regiones y otras donde hay asentamientos humanos de gran tamaño, se deben revisar estratégicamente sus fortalezas y debilidades, sus amenazas y oportunidades. Estamos aún a tiempo.

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