miércoles, 28 de noviembre de 2007

La marihuana y otras yerbas. 27/11/2007

La marihuana y otras yerbas. 27/nov./2007
Juan Carlos S. Velásquez Mejía

El modelo de desarrollo que muchos países o sociedades han seguido para insertarse en un primer, segundo o tercer mundo, implica el avance científico, tecnológico, humanístico. En este entorno, hemos visto en menos de un siglo cambios que han permitido al ser humano comunicarse de manera más rápida, utilizando datos, sonido, imágenes. Al descubrir la penicilina, la energía atómica, el internet, por señalar apenas algunos, no faltó quien se expresara: “de cuál…marihuana habrán fumado”.

Hace unos 40 años todavía se estaba “cacaraqueando” la llegada del hombre a la Luna, hoy ya hasta sabemos que Plutón siempre no es un planeta.

Las nuevas tecnologías de la información son sin duda un factor que ha venido a catalizar el “desarrollo” de las sociedades humanas y convertir al planeta tierra en una gran aldea, pero hay una tendencia muy marcada a volver a los orígenes, desde los métodos para coexistir con la naturaleza hasta la forma de resolver los conflictos entre los colectivos.

En una parte de este contexto, la medicina llamada por algunos “alternativa” y por otros como herbolaria, que pretende retomar aquellas costumbres de nuestros antepasados ya lejanos y que no han dejado de usarse del todo hoy en día, es otro de los factores que habrá que considerar con mucha seriedad por las instancias de investigación científica y de educación superior para no desvirtuar sus reales potencialidades de sanar algunas enfermedades y mantener su acceso a miles de personas por su bajo costo y rápida disposición.

Sin ningún prejuicio, recuerdo a mi abuela materna que decía haber tenido en sus macetas del corredor de la casa o en los espacios donde se podía sembrar a la vez plantas de ornato y medicinales, como la amapola, la marihuana, la ruda, el romero, el árnica, el epazote, la yerba buena, la manzanilla, el gordolobo, la bugambilia, entre otras. Todas con un fin terapéutico casero (casi siempre en infusiones o cataplasmas) y que por transmisión de una generación a otra se fueron ganando la confianza de su uso y aplicación efectiva contra determinados malestares.

Otras variedades y especies de plantas y semillas que con gran sabiduría se usaron y sé que se siguen aplicando entre aquellos que no tienen posibilidades económicas (y aún quienes las tienen) para acudir a un médico alópata u homeópata o simplemente que le tienen una fe ciega a su poder curativo.

Todo esto lo comento porque ahora se ha señalado por el Partido Alternativa Socialdemócrata, la posibilidad de legalizar el uso racional de la marihuana, mediante una iniciativa ante la H. Cámara de Diputados Federal, que permita una mejor regulación de la cannabis (nombre científico de esta planta), así como una mayor comprensión de sus características, riesgos y posibilidades.

Ante una endeble cultura de la prevención de las adicciones, habrá que valorar con detenimiento los mecanismos, las implicaciones y los alcances de una ley así, pues desafortunadamente el crimen organizado (como lo ha venido haciendo con miles de campesinos) puede encontrar en esta legislación un buen pretexto para explotar desmesuradamente esta posibilidad de que cada persona pueda tener una o hasta tres plantas de marihuana sin problema en su domicilio.

La idea no es mala, pero su aplicación se puede descomponer y derivar en una laxitud social que incremente el flagelo de la drogadicción, sobre todo entre los jóvenes.

Sabemos que las cosas prohibidas causan mayor tentación y que en la medida que seamos capaces de entender que la racionalidad esta relacionada con la prudencia y el conocimiento de lo que tenemos y que podemos hacer. Será entonces que estemos en posibilidades de aperturar la producción doméstica y el uso de plantas y semillas medicinales como la marihuana o cannabis.

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