miércoles, 21 de noviembre de 2007

La Guerra de las Campanas (20 11 2007)

La Guerra de las Campanas.
21/nov/2007
Juan Carlos S. Velásquez Mejía

Son las doce en el reloj de catedral….
Y las campanas como habitualmente sucede, comenzaron su sonoro repique que dura entre 12 y 14 minutos, según se tiene registro de estas tradicionales llamadas a misa (la tercera llamada) y las que corresponden a las de la hora.

Esta rutina de las campanadas de la Catedral Metropolitana que todo mundo que se precie de ser capitalino, del DF., lo sabe y lo entiende aunque su profesión de fe sea distinto al culto católico.

Resulta que ese mismo domingo 18 de noviembre los organizadores de la autonombrada Convención Democrática Nacional, realizaron su tercera concentración convocada por el señor Andrés Manuel López Obrador y no tuvieron el cuidado de no ajustar su programa a estas condiciones que ya son de su conocimiento y si en cambio una de sus oradoras principales la actual senadora de la República y luchadora social de muchos años Rosario Ibarra de Piedra, tuvo el desatino de no medir sus palabras que en forma de arenga provocaron una más de las recurrentes incursiones de un grupo de los participantes en ese evento, se dice que al menos unos 150 personas, irrumpieran primero en forma aislada y ya dentro del recinto de la iglesia Catedral se juntaron para interrumpir violentamente con gritos y consignas intolerantes el servicio religioso que se verificaba a la par que su acto político.

La señora Ibarra de Piedra decía ante sus correligionarios que las campanas pareciera que estaban dando un glorioso recibimiento o que también pareciera que quisieran callar las voces del pueblo por lo “…que habría que ir a averiguar”. Estas palabras expresadas por una reconocida líder ante una multitud que busca cualquier excusa para reaccionar, pudo haber sido la causa que motivó a ese grupo de simpatizantes a actuar de manera irresponsable en un espacio destinado la práctica legal del culto religioso católico.

Las consecuencias pudieron haber sido dramáticas pues en un espacio cerrado como la Catedral Metropolitana y con una asistencia de familias enteras que acuden a misa, una revuelta así pudo haber derivado en una tragedia. Incluso la misma señora Rosario Ibarra comentó en algunos medios que el legislador veracruzano Dante Delgado, que estaba a su lado en esos momentos, le pidió que esperara para continuar con su discurso, hasta que las campanadas concluyeran y sin embargo ella improvisó esas palabras que derivaron en el incidente.

No se puede permitir que personas intolerantes e ignorantes sigan en la impunidad. Una cosa es que no se esté de acuerdo con ideologías y prácticas de otros y muy distinto es violentar el estado de derecho que mucho ha costado construir a los mexicanos, precisamente para sabernos conducir en la diversidad. El respeto al derecho ajeno es la Paz, sentenció Juárez. Y en estos hechos suscitados el domingo pasado, demuestran que hasta el toque rutinario, que no provocativo, de las campanas de la Catedral Capitalina, provoquen una guerra de intransigencias.

Seguramente hasta a los mismos organizadores y líderes de la Convención Democrática Nacional, le restó impacto a su evento y desvió la atención del o los mensaje centrales que pretendieron posicionar ante la opinión pública.

Espero equivocarme y no pensar que esto fue premeditado para lograr voltear la atención mediante un acto morboso, pero sobre todo arriesgado, que puso en jaque la seguridad e integridad física de cientos de personas que estaban oyendo misa en Catedral.

No se vale jugar con fuego. El horno no esta para bollos.

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