miércoles, 17 de septiembre de 2008

DIA DE LA INDEPENDENCIA. 170908

DIA DE LA INDEPENDENCIA

17/septiembre/2008
Juan Carlos S. Velásquez Mejía

Desde la casa de mi hermana, en el lomerío de San Felipe Tlalmimilolpan, pudimos apreciar en familia con una claridad excepcional en la noche del 15 de Septiembre, los estallidos de luz y color que primero en Metepec y luego en Toluca se detonaron con motivo del tradicional GRITO de Independencia.

Un espectáculo que nos emocionó a pesar de la distancia, que en línea recta no eran más de 5 kilómetros hacia cada punto de la celebración. Fue una noche fresca y tibia a la vez, muy diferente a lo que en años recientes habíamos tenido, pues casi siempre llueve. Ahora hasta la luna estaba llena e iluminaba el cielo medio nublado del Valle de Toluca, que también se apreciaba en toda su extensión urbanizada. Simultáneamente veíamos en vivo y por la transmisión de TV Mexiquense, cómo se pintaba de colores la noche sobre la Plaza de Los Mártires de Toluca y unos minutos antes fue el cerro de Los Magueyes de Metepec.

Todos emocionados cantamos de pie y con respeto el Himno Nacional, eran como las 11:30 de la noche y así nos quedamos con ese sabor de boca de que los eventos se dieron en paz y sin sobresaltos.

En las transmisiones de la televisión nacional se daba cuenta de los festejos en otras partes del país y hasta lo que sucedía en el extranjero. El ambiente era similar en todos. Sin manchas ni estridencias, a pesar de que en el corazón de la Capital de la República, en el Zócalo de la Ciudad de México, tuvimos tres “GRITOS” consecutivos, no paralelos, el del Jefe de Gobierno, el del auto llamado Presidente Legítimo y el del Presidente Constitucional, respectivamente. Y si estos eventos se dieron en aparente civilidad, los demás acontecimientos no podrían ser la excepción.

Pero resulta que amanecimos con la trágica noticia de que en Morelia, la Capital de Michoacán, el estado natal del Presidente Felipe Calderón Hinojosa, en los momentos que se estaba dando el Grito por el Gobernador Leonel Godoy Rangel, aprovechando la algarabía popular alguien (no se sabe quién, quiénes y cuántos) hizo detonar dos granadas de fragmentación que tiñeron de sangre no solo el evento local, sino el mismo Día de la Independencia de los Estados Unidos Mexicanos.

Hasta ahora sabemos de 7 víctimas fatales y de mas de un centenar de lesionados, muchos de ellos niños y con heridas que llegan hasta las mutilaciones y que tal vez por su gravedad incremente el número de fallecidos. Todos de la población civil, que solo cometieron el infortunado error de acudir a un evento que en el papel no representaba un riesgo tan grave como resultó.

Un atentado así no tiene otro calificativo que el de un acto terrorista y por lo mismo cobarde, de gente que sin ningún escrúpulo asesinó con alevosía y ventaja a inocentes e indefensos seres humanos y dejó a cientos de hogares en luto y consternación.

Pero sobre todo dejó al desnudo una vez más, una realidad que no queremos ver y aceptar: Un Estado Nacional altamente vulnerable.

Estamos en la ruta del bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución, pero parece que la ruta nos empuja también a otro estallido social generalizado.

En este devenir, tenemos una guerra civil no declarada, con una cuenta creciente de muertos que a diario se reportan como un parte de guerra en todos los frentes. Decapitados, mutilados, quemados, descuartizados, “entambados”, “encajuelados”, ejecutados por el tiro de gracia, secuestrados, extorsionados, y otros términos que ahora son más que antes utilizados por la prensa y en general por los medios de comunicación al presentar sus noticias.

También tenemos las declaraciones valientes de gobernantes y funcionarios en el sentido de acordar un frente común contra la inseguridad, de hacer más severas las leyes para castigar a los que cometan secuestros, atenten contra la vida, el patrimonio y la tranquilidad de las personas que habitamos este hermoso País. Es mas, hasta se ha dejado permear una sentencia rotunda de un respetable ciudadano “...Si no pueden, ¡¡¡renuncien!!!”

Seguimos teniendo, tal vez, las mejores leyes escritas de este planeta, pero seguimos ocupando sin duda, el primer lugar en incumplimiento de esas leyes, o sea nos llevamos el “Nobel” a la IMPUNIDAD y a la CORRUPCIÓN.

Para que queremos tantas leyes modelo para otros, si no podemos capturar a los delincuentes y aplicárselas. Las instituciones que nos hemos dado como Nación Independiente: la Suprema Corte de Justicia, la Presidencia de la República, el Congreso de la Unión (Diputados y Senadores), el Ejército, el Ministerio Público, Gubernaturas, el Instituto Federal Electoral, y las demás que usted ya conoce, se tambalean por la pérdida de la confianza en su actuación y no por dichos de los adversarios solamente, los hechos los evidencian.

Estamos en un punto de inflexión para el porvenir de este México Independiente, de esta Patria Libre y Soberana. No queremos más guerra, no queremos el desarrollo a costa del enriquecimiento de unos cuantos y el sometimiento de las mayorías. La ambición desmedida de los detentadores del poder económico que cada vez quieren más y más, sin importar la forma de obtenerlo, nos esta llevando a la debacle, que nos hace aún mas endebles, fácil presa de otros, incluso de nuestro propio miedo e impotencia.

Ya basta de esos sindicatos que solo son tapaderas de delincuentes, de promotores del estado de confort y de la improductividad. Ya basta de profesores sin vocación, ya basta de presupuestos paternalistas, de cuerpos policíacos cómplices de la delincuencia, de jueces comprados, de burocracias asfixiantes, de medios de comunicación a modo, ya basta de no saber trabajar en equipo.

Esto es parte del reto de un México que quiere llegar a ser una Nación Plena de su Independencia, de su Soberanía, de su Libertad, solo así habrá Justicia y Paz y un real festejo del Día de la Independencia.

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