martes, 29 de enero de 2008

"Las Cabañuelas", signos de nuestro tiempo y más. 290108

“Las Cabañuelas”, signos de nuestro tiempo y más.
29/ene/2008


El 24 de enero se cumplieron los famosos días de “las cabañuelas” y que las personas que nacimos en el campo del Valle de Toluca, las consideramos como un signo anticipado de lo que será el año agrícola.

Me explico, decía mi abuelo materno, agricultor de toda su vida, que del 1 al 12 de enero se podía casi predecir cómo serían los 12 meses del año nuevo en orden de enero a diciembre y del 13 al 24 se vería la confirmación de ese comportamiento, pero ahora de diciembre a enero.

Por ejemplo el día 1 de enero fue seco y con mucho viento, entonces así seria todo el primer mes del año y cero que así ha sido hasta ahora.

Los días 2 al 4, o sea febrero, marzo y abril, solo hubo medio nublados y el comportamiento de las temperaturas fue extremosa, mucho frío entre las 2 y las 8 de la mañana (de menos 3 hasta los 2 centígrados) y después subió hasta los casi 21, para que después de las 5 de la tarde volviera a bajar a los niveles de 8 a 4 rayitas en el termómetro de ambiente y llegar a eso de la media noche nuevamente al punto de congelación.

Sé que desde hace algunos años esto ha venido cambiando y ahora vemos que en enero tenemos amaneceres que parecen de marzo y lo que más me ha llamado la atención, al menos para este 2008, es que por ejemplo el “Xinantécatl”, nuestro guardián desnudo del Valle, ahora no ha tenido nieve, es más ni siquiera granizo. Por eso ya no me referí a él como “El Nevado de Toluca”, cuál nieve.

Los días 5 al 8, esperaba que hubiera lluvias en el altiplano y nada, solo seco y medio nublado. Eso me da mala espina para el ciclo agrícola y ojala me equivoque, pues pareciera que 2008 será un año seco, difícil para los campesinos. Los mantos freáticos no se están recargando.

Finalmente los días del 9 al 12, tampoco hubo lluvia en la planicie, ni nieve en las zonas altas. Eso se traduciría en que de septiembre a diciembre de 2008 habrá poca agua y mucho calor.

Los días del 13 al 22 no fueron muy diferentes que digamos hasta que el día 23 tuvimos una lluvia muy “ralita”, como dicen en mi pueblo y unos nubarrones negros que tornaron de tonos naranjas, amarillos el atardecer, al grado de que eran las 5 y a pesar de las nubes oscuras, en el horizonte había un extraño brillo, tirándole a lo rojizo. Situación que me hizo recordar aquellos días cuando después de esa señal de la Naturaleza vino un temblor, el terremoto del año 1985, en septiembre. Y lo que son las cosas, pues aunque no sucedió aquí en nuestro Valle, sí sucedió en el Valle de México: un atípico Vendaval (con vientos de hasta 74 km/h), que dejó una estela de daños, incluida una persona fallecida, lo que desconcertó a los habitantes de esa zona ampliamente poblada de nuestra República y que según los especialistas podría repetirse.

Bueno, no trato de ser adivino ni nada por el estilo, pero lo que si pretendo es que reflexionemos en cuanto al efecto que nuestra actividad humana (que contamina sin medida) provoca en el entorno.

La Madre Naturaleza es muy sabia y como un órgano viviente, también cuenta con sus propios mecanismos de defensa y auto regulación. Recordemos que somos parte de ella y así como cuando a nosotros nos da un resfriado primero nuestro organismo aplica sus defensas y si no son suficientes acudimos a tratamientos alópatas para equilibrar nuestra salud; así el Planeta Tierra toma sus medidas correctivas y por ello tenemos tormentas devastadoras, huracanes destructivos, vendavales que arrasan, heladas y tormentas de nieve que matan, entre otras manifestaciones que en los últimos años se han hecho presentes con mayor frecuencia e intensidad. Por ello no digamos “que loco esta el clima”, porque nosotros nos hemos encargado de acelerar esa “locura”.

En estos espacios he venido insistiendo en que debemos de tomar medidas urgentes para tratar de revertir un poco esos efectos, siendo más racionales en el cuidado y aprovechamiento de los recursos naturales que aun nos quedan.

Hay que adoptar nuevas tecnologías amigables con el medio ambiente que ya se conocen, pero que no se implantan por razones más económicas que de supervivencia.

El hombre, como especie, se ha desviado de su verdadera misión que es el de vivir y coexistir en armonía con su entorno, pero en su afán de tener más y más poder sobre sus mismos semejantes, lo único que ha logrado es polarizarse y cegarse con el riesgo de su propio exterminio. Hablamos de algunas especies de plantas y animales que están en peligro de extinción y no queremos nos darnos cuenta que ya estamos en esa lista.

Hasta cuándo reaccionaremos, si es que nos da tiempo. ¿O a caso ya nos hemos “anestesiado” y mientras no nos toque en carne propia seguiremos igual?

Así son los signos de este tiempo, empecemos por entenderlos ya.

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