martes, 18 de marzo de 2008

Dos semanas sin escuelas. 18 03 08

Dos semanas sin escuelas.
Que alivio ambiental, vehicular y de estrés
18/marzo/2008

Lo que son las cosas, quienes nos quedamos a seguir “normalmente” las actividades cotidianas este periodo vacacional de alguna manera nos representan un descanso en muchos aspectos, simplemente el poder caminar por las calles de la capital mexiquense, sin tanto flujo vehicular, menor emisión de humos, trayectos más rápidos de un lugar a otro, entre otros beneficios.

Dejé mi automóvil y abordé un taxi para dirigirme a mi trabajo. Le comentaba al taxista que qué bueno sería que así estuviera a diario el tráfico citadino y que si bien además de las escuelas muchas oficinas públicas y privadas también dejan de laborar estos días, lo cierto es que al menos el 60% de esa carga del tráfico lo provoca la actividad escolar, en las horas “pico” sobre todo.

Ante este entorno y mientras llegaba a mi destino, le platiqué mi “ideota” respecto a la posibilidad de que en lugar de que regresen de vacaciones los mas de 3 millones de alumnos que se supone utilizan a un espacio escolar en nuestra entidad y con ello provocan los mentados desordenes viales, ambientales y de estrés, mejor se quedaran en casa, transformada en “aula domiciliaria”, para que mediante una computadora de esas que se han mencionado últimamente que cuestan como 100 dólares y que permiten conectarse a la red del internet, se dediquen al menos 4 horas a recibir la instrucción que les dan en las aulas convencionales. El chofer de taxi “me dio el avión” y siguió oyéndome, por qué quien sabe si me escuchó, no lo garantizo.

Le seguí diciendo que así los chavos y no tan chavos dejarían de ir a una escuela tradicional y ya no se armarían tantos “despapayes” en las mañanas, al medio día y en las tardes y noches, según el turno al que van.

Además es bien sabido que estas nuevas generaciones ya están tan acostumbradas al uso de las “compus” y al internet, que no sería problema que en lugar de que los papás gastaran en libros, útiles escolares, uniformes para el diario y para deportes, cuotas “voluntarias” para las actividades escolares, regalos o “coperachas” para el día del maestro, para el día del niño, para el día de la madre, para el día del padre, para el intercambio de fin de año, para la fiesta de clausura, para la excursión a no se dónde, que para apoyar los gastos de mantenimiento y adecuación del edificio e instalaciones de las escuela, y todos los demás gastitos que cuando uno hace sus cuentas eso de la educación gratuita se vuelve una afrenta para el presupuesto familiar. En esta vida nada es gratis.

Se imagina usted estimado lector si me hicieran caso las autoridades educativas de este estado y que en lugar de que los profesores y profesoras fueran a su escuela dizque 200 días por cada ciclo escolar, mejor se dedicaran cada 2 semanas y todo el año a tutorar y supervisar el trabajo de cada alumno que se conecte a esa gran red educativa por internet que de alguna manera ya existe para algunos niveles y que permite aprovechar la gran cantidad, -según yo- y para otros, los limitados recursos que se destinan a la educación y que sabemos que no han arrojado los resultados esperados en materia de pertinencia, vinculación productiva y desarrollo económico que debieran ofrecer los educadores y los educandos.

Otra ventaja que me imagino traería un sistema semipresencial o semivirtual sería que los profesores tendrían más chance de actualizarse y no solo titularse de licenciados en educación y otras carreras relacionadas y grados académicos subsecuentes con un relativo nivel de compromiso en su desempeño. Que conste que sé que hay garbanzos de a libra.

Algunas otras ventajas que por espacio solo las señalo: La integración, seguridad y fortalecimiento familiar (incluidos los valores); el gasto público en materia educativa se reorientaría a aprovechar y mejorar los sistemas, tecnologías e infraestructura de comunicación e información a distancia; ampliar la cobertura llegando a los lugares más apartados, sin que los mentores tuvieran que desplazarse de su lugar de origen o residencial principal; establecer índices de productividad para los profesores y así establecer nuevos esquemas de incentivos académicos y económicos, inclusive el sistema de pensiones y jubilaciones; evaluaciones y adecuaciones sistemáticas de la pertinencia, vinculación y aprovechamiento de los programas educativos….

Vaya forma de componer al mundo de mi entorno. El trayecto a mi trabajo concluyó con una frase celebre del taxista, no sin antes agradecerle su atención y servicio: “¿Dónde lo bajo, aquí o en la esquina? Son 35 pesos. Buen día”.

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