miércoles, 5 de marzo de 2008

Contra la miseria, fuera apatía, conformismo, pretextos. 03042008

Contra la miseria, fuera apatía, conformismo, pretextos.
03/ marzo/ 2008
Juan Carlos S. Velásquez Mejía.

184 años de contrastes.

Así podemos resumir un tiempo de vida institucional que la entidad Mexiquense ha cumplido. Sin embargo y así lo resaltó el gobernador Enrique Peña Nieto, es compromiso de nosotros quienes habitamos y sufrimos la cotidiana inercia asfixiante burocrática (federal, estatal, municipal y privada) que frena cualquier iniciativa o esfuerzo de medianos y pequeños inversionistas, trabajadores por su cuenta o cualquier persona que tenga en mente apostar por crear una o más fuentes de empleo y así coadyuvar a buscar mejorar los niveles de bienestar de la población.

El gobernador Peña Nieto señaló que habrá que “…sacudir la apatía,…hacer a un lado el conformismo…para derrotar a los pretextos que tanto daño nos han hecho…”

No pudo ser más oportuno este llamado a todos los sectores que formamos el tejido social de esta tierra que en su escudo lleva bien claras sus anhelos: Libertad, Trabajo y Cultura.

Hace ya casi 27 años que se realizó una gran reforma administrativa para adecuar la forma de operar del Gobierno Estatal y responder así a las necesidades de la población. Se dijo que lo que se pretendía era hacer más cercano el gobierno a los gobernados y motivar la participación ciudadana en todas las tareas del quehacer y principalmente en aquellas en las que se promoviera el desarrollo para derrotar a la pobreza y yo diría hasta en la miseria, en las que aún vive la mayoría de la gente.

En estos casi 27 años que yo he podido ser testigo viviente, se han emprendido en repetidas ocasiones campañas de simplificación y desregulación administrativas, estandarización de procesos, certificaciones ISO, automatizaciones, desconcentraciones, descentralizaciones y demás acciones para promover el desarrollo económico y social de nuestro Estado de México; sin embargo, la cruda realidad es que poco o muy poco se ha avanzado y si no basta con verificar cuánto se tarda en la creación e instalación de empresas medianas y pequeñas que son las que aportan la mayor cantidad de empleos e impuestos.

La tramitología asfixiante y muchas veces frustrante que hay que pasar para alcanzar las autorizaciones correspondientes se traducen en un trabuco que cuesta muchísimo dinero a los emprendedores y que deriva en quedarse en el intento o bien alimentar a las prácticas de corrupción que se generan en los pequeños feudos de los procesos que implican el camino hacia la creación de un negocio.

Es imperativo que el llamado del Lic. Enrique Peña Nieto se vea traducido en una intensa y profunda revisión de esa maraña llamada burocracia (federal, estatal, municipal y hasta privada) para romper viejas y arraigadas prácticas retardatarias que frenan a un alto costo financiero y social la iniciativa emprendedora de los particulares medianos y pequeños.

Aunado a ello habrá que reestructurar las políticas de la dizque “banca de desarrollo” que lo único que está haciendo es actuar como un intermediario abusivo de los dineros que los ahorradores, pequeños, sobre todo, depositamos en sus arcas y que ellos explotan jugosamente al destinarlos al otorgamiento de créditos cuyo costo no tiene ninguna bondad ni ánimo de promover el desarrollo, pues la diferencia entre tasas activas y pasivas es abismal. Mientras que una cuenta de ahorro bancaria apenas paga un 2 ó 3 % anual, los mismos bancos cobran entre un 38% y 47% por préstamos corrientes como en las tarjetas de crédito y ya no se diga si hablamos de las inversiones contra los créditos de habilitación o avío.

Es hora de revisar los esquemas de apoyo a los emprendedores. No podemos seguir haciendo lo mismo. Vamos a obtener lo mismo: miseria

Dónde están las comisiones de simplificación administrativa y desregulación del Consejo Consultivo Económico de la entidad y demás instancias que supongo todavía existen como cuerpos multidisciplinarios y multisectoriales para estos menesteres y no solo para el discurso oficial.

¡Congruencia por favor!

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