viernes, 7 de septiembre de 2007

"En el Senado de la República...y en la Cámara de Diputados.." 280807

“En el Senado de la República…vemos por ti.”
“Cámara de Diputados….a favor de MÉXICO.”
(28/08/07)

Juan Carlos Velásquez Mejía.

Así escuchamos y vemos los mensajes institucionales de las cámaras que conforman el H. Congreso de la Unión.

Son muy buenos los lemas que diseñaron los responsables de comunicación social de ambos cuerpos legislativos y que se supone muestran o sintetizan la filosofía de trabajo de quienes los integran, pero que gran distancia hay entre el dicho y el hecho.

Entendemos los mexicanos que los elegimos el 2 de julio de 2006 que no se trata de tener a unos personajes iguales, sabemos que la diversidad de ideologías que los llevaron a triunfar en aquel proceso electoral, son su fundamento como políticos y miembros de partidos que enarbolan propuestas para mejorar las condiciones de vida de sus representados. En eso no nos queda la menor duda.

Lo que pasa es que los señores y las señoras que ya asumieron su posición constitucional de legisladores populares y cobran por su encargo una dieta autorizada por ellos mismos, desde ese momento que aceptan y juran cumplir y hacer cumplir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, como dicen en mi pueblo “ya se fregaron”, porque de otra manera “que se vayan a rajar a su tierra” o en otras palabras que se hagan a un lado.

No es congruente que una parte de ellos, los que pertenecen al llamado “Frente Amplio Progresista”, exijan que sean reconocidos como senadores o diputados, mientras que al Presidente Felipe Calderón Hinojosa, que en el mismo proceso se eligió como titular de Ejecutivo Federal, le llamen “usurpador” y no lo reconozcan, como si fuera capricho y no hubiéramos tenido los cauces y tiempos jurídicos para apelar con estilo y dignidad el resultado de esas elecciones.

La congruencia es un valor de la democracia y los legisladores del “Frente Amplio Progresista” es lo que menos practican. Que quede claro que no se trata de que a todo digan “si”, pero lo que no se vale es que “ni pichen, ni cachen ni dejen batear” y solo pongan en evidencia sus limitaciones de actuar con plena libertad de conciencia y absoluta responsabilidad como lo manda la Carta Magna.

El próximo 1 de septiembre deberá cumplirse con lo ordenado por la Ley Suprema de nuestro país en su artículo 69, que señala: “ A la apertura de Sesiones Ordinarias del Primer Periodo del Congreso asistirá el Presidente de la República y presentará un informe por escrito, en el que manifieste el estado general que guarda la administración pública del país….”

Hemos vivido en los años de nuestra historia republicana una evolución en la forma de realizarse este acto, el INFORME PRESIDENCIAL, desde los más protocolarios en los primeros años de nuestra nación, pasando por los ritos casi imperiales de Don Porfirio, y luego una larga costumbre de hacer del 1 de septiembre casi casi como el “Día del Presidente”, con una marcada pleitesía a la figura del Ejecutivo, como si fuera el poder o función más importante de entre las tres que integran el Estado Mexicano, Legislativo y Jurisdiccional.

Los tiempos han ido ajustando esa forma, pero lo que no ha cambiado es el fondo o la intención del constituyente de la rendición de cuentas a los gobernados por parte de quien tiene la función ejecutiva del Estado, o sea el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.

Los mexicanos nos hemos dado una serie de instituciones a partir de un marco legal que rige nuestra convivencia interna y externa como pueblo y nación. Eso que se ha logrado con todos sus defectos y limitaciones, debe continuar evolucionando, pero en un ambiente de responsabilidad y compromiso con la permanencia del estado de derecho ya que de otra manera corremos el riesgo de hacer más vulnerable a nuestra patria y dejarla a expensas de intereses extraños que solo buscan romper la dinámica de desarrollo que queremos seguir empujando.

Señores senadores y diputados al Congreso de la Unión si de veras están en favor de México y ven por nosotros, sus electores, les exigimos congruencia. Ya basta de perder el tiempo en radicalismos que solo nos han dejado con lacerantes rezagos y polarización social.

No empujen al pueblo a tomar las armas, porque muchos ya las tienen, para ponerlos en su lugar. No propicien que la delincuencia y enemigos de México, en todas sus manifestaciones y tamaños, sigan aprovechando esta inestabilidad política y económica para hacer del territorio nacional su mejor parcela sembrando terror y miseria a cambio de que se llenen las bolsas y nos despojen de lo que con mucho esfuerzo y sacrificio logramos como patrimonio y satisfactores.

Hay mucho que hacer como para estar perdiendo el tiempo en luchas estériles y muestras circenses que ridiculizan el quehacer político mexicano. México merece respeto por que es más grande que sus problemas y si no somos capaces de ponernos de acuerdo para atenderlos y resolverlos, otros lo van a hacer.

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