miércoles, 29 de agosto de 2007

MISERIA Y BOTÍN POLÍTICO. LA REALIDAD DEL CAMPO MEXICANO.190107

Miseria y botín político.
LA REALIDAD DEL CAMPO MEXICANO
(19/01/07)
Juan Carlos Velásquez Mejía


Quienes se encargaron de escribir la historia de nuestro país y en especial la época de la llamada “Revolución Mexicana”, señalan que los campesinos que vivían en condiciones infrahumanas de fueron, junto con los obreros, los que de alguna manera inspiraron a los caudillos que surgieron en esos tiempos para organizar ese “movimiento social” armado que derivó en la nueva forma de organizarse de la nación con la promulgación de la Constitución Política de 1917 que rige hasta nuestros días con todos sus parches.

Una de las figuras que se lograron como conquista para el campo, mediante la Reforma Agraria (que por cierto ya va a cumplir 100 años y aun no se concluye), fue la redistribución de las tierras y la creación del “EJIDO”, como un elemento de justicia social, organización y sobre todo de control político de esa parte de la población, que en esos momentos representaba a la gran mayoría de los mexicanos.

Con el “EJIDO” se rompieron los latifundios y grandes terratenientes fueron despojados de sus extensiones y con ello también su poder se acotó y en algunos caso se desapareció. Hasta ahí todo parecía muy bien, ya que se cumplía con aquella consigna de “Tierra y Libertad”, pero lo que no se cumplió fue aquello de que la “Tierra es para quien la trabaja”.

Mire usted, cuando los terratenientes eran poseedores de grandes extensiones de tierra los cultivos que se tenían, permitían obtener rendimientos que ahora son inferiores. Por decir un ejemplo: de 1905 a 1908, se levantaban cosechas de maíz de hasta 6 toneladas por hectárea, en lo que era la Hacienda la Gavia y después con la distribución de esas extensiones a los campesinos, se obtenían hace 20 años, en 1986, de 4 a 5 toneladas por hectárea. Hoy, en 2007, no se obtienen ni 3 toneladas por hectárea.

A lo que voy, no es que haya estado mal lo del “Ejido”, sino que siempre se careció de una estrategia para modernizar, tecnificar y enseñar a trabajar a los ejidatarios y a los pequeños propietarios, en equipo, en conjunto, dando como resultado lo que hoy vemos con tristeza, un campo mexicano disminuido, dividido, politizado, improductivo y con un proteccionismo lacerante que ahora tiene, no solo al campesino sino también a la Patria misma, en una encrucijada por la falta de seguridad alimentaria. Es fácil saber que en los Estados Unidos se tienen cosechas de maíz de 10 a 12 toneladas por hectárea, por el solo hecho de que los dueños de los terrenos se asocian y conforman grandes extensiones para dedicarlos a determinado cultivo, con lo que logran, entre otras ventajas, ser sujetos de créditos para tecnificar sus procesos, crear agroindustrias complementarias para darle valor agregado a sus cosechas, exportar y proteger sus patrimonios (familias y bienes) y claro que tener empleos dignos, bien remunerados.

No nos engañemos con medidas proteccionistas y paternalismos que solo abonan a los capitales políticos de partido y líderes que no tienen la sensibilidad de mirar las miserias que tienen los campesinos. Hemos destruido la vocación del suelo cultivable imponiendo el maíz y otros productos donde no es y desperdiciando sus verdaderas potencialidades.
Ahora vemos y padecemos las consecuencias de no haber impedido que se desmonten los bosques para sembrar maíz, fríjol, haba, chícharo, etc. Tenemos zonas deforestadas, erosionadas y con ellos los impactos a los ecosistemas como fauna y flora en extinción, mantos friáticos agotados por falta de las recargas que generaban los bosques, temperaturas extremas, nuevas enfermedades, en pocas palabras: contribuyendo negativamente al cambio climático.

Ah pero eso si, en ningún rincón de este mi querido México, aunque no se sepa leer y escribir y por alejado y amolado que esté, no falta una tele, un refresco de cola, papas de aquellas que a que no puedes comer solo una, bebidas embriagantes, cigarros, credenciales de elector, visitas constantes aunque poco frecuentes de políticos (aves de paso y malagüero) que buscan votos y otros artículos que “afortunadamente” la Providencia no ha dejado de acercar.

Esa es la realidad del campo mexicano y los campesinos que aun quedan.

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