miércoles, 29 de agosto de 2007

¡QUE IRONÍA! MÉXICO, MAGIA Y ENCUENTRO 100107

¡QUE IRONÍA! MÉXICO, MAGIA Y ENCUENTRO…
(10/01/07)

Juan Carlos Velásquez Mejía

Hace un mes más o menos estábamos abordando el asunto del impuesto que se quería establecer para los refrescos y aguas gaseosas carbonatadas, finalmente los senadores regresaron a los diputados federales lo que ya habían aprobado éstos en ese sentido y los refresqueros se salieron con las suya de no gravar estos producto con el “contundente argumento” de que no era justo que los consumidores se vieran afectados en sus bolsillos en un 6 u 8 % por el incremento en el precio final, además de que como los refrescos “son parte de la DIETA BÁSICA y se consideraron alimentos de consumo generalizado de los pobres”, pues había que detener un incremento de esas magnitudes y se llenaron de gloria con tan heroica defensa al presupuesto de las familias más abundantes de este país, o sea los pobres.

Ahora en el mes de enero, la cuesta arriba del precio de un producto que creo que formaba parte de la dieta básica y que se conoce como “la tortilla”. Perdón por el tecnicismo usado, pero así se llama al resultado de cocer el maíz y después triturarlo con agua y cal comestible para procesar la masa resultante y producir ese artículo sofisticado para hacer tacos y sopear las comidas, del cual se conocen pocos motivos nutrimentales por lo que no se justifica su inclusión en la dieta básica, o ¿si?

Bueno la anterior parodia que me permití hacer es porque me parece de burla lo que hemos vivido en estos últimos dos meses (diciembre 2006 y enero 2007).

Cómo es posible que se haya defendido con tantas argucias, “como perros” -diría un clásico- el no incremento de los refrescos, que científicamente esta comprobado que generan una serie de enfermedades como la obesidad, la osteoporosis, la diabetes, la caries dental, entre otras muchas que padecemos en nuestro país y sobre todo los más pobres. En cambio hoy se justifica el incremento de más de un 30% y hasta 50% del precio de la tortilla, con la pendeja justificación, perdón por lo de justificación, de que como es un producto que se regula por las fuerzas del mercado, oferta y demanda, no es posible controlar su precio final al consumidor y casualmente el consumidor que mas come este producto es el que pertenece a la mayoría de este nuestro país, o sea los más pobres.

Bueno, el asunto no es que se controle el precio de la tortilla y el de los refrescos no. Se trata de que entremos al terreno de la sensatez. Nos acostumbraron a que se defendiera el precio de la tortilla y el insumo para hacerla, el maíz, se subsidiaba para que el campesino tuviera garantizado un mini precio mínimo al vender su cosecha.

No cabe duda que hemos sido bien estúpidos, aplaudiendo las defensas y logros populacheros y no las populares. Esos, los populares, ya ni se entienden o ni se conocen, porque no son negocio político. Pero eso si ya vimos como a nuestros valientes senadores les “llegaron al precio” los dueños de los consorcios refresqueros para evitar que se dejen de vender sus “productos básicos” y la salud de las mayorías consumidoras vino valiendo madres, al fin “se lo toman con harto gusto pa’saciar la sed…”

¡Que ironía! México, magia y encuentro…





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